Boda 11: No eres tú

Fic de Zarlina. Traducido por MizukyChan

Capítulo 11: No eres tú

Era ya muy tarde cuando Bill regresó a casa de la cena y, aunque sabía que se arrepentiría por la mañana, no fue directo a la cama.

En vez de eso, entró en la sala vacía, recogió el tazón en el que Georg había comido su sopa y los dos tazones de té que seguían allí. El de Georg estaba vacío y el suyo, intacto. Estaba tan distraído por la súbita invitación a cenar, que había olvidado completamente beberlo.

Suspiró, lo llevó todo a la cocina, luego fue a coger sus auriculares y, tras buscar en su teléfono la canción que fuera perfecta con su humor, los puso en sus oídos y dejó que la música tomara el control, intentando concentrarse en la música mientras lavaba la pila de platos de los que debió encargarse el día anterior.

Resultó ser mucho más difícil de lo que había pensado, e incluso, pese a subir el volumen hasta el máximo, sólo podía escuchar las palabras de Tom Kaulitz resonando en sus oídos.

Un año, y tendrás todo lo que has soñado. Nada más de esa cafetería barata con un salario tan bajo que apenas puedes cubrir el alquiler. Serás tu propio jefe. Será tuyo y sólo tuyo.

Sonaba tan bien cuando lo decía así y Bill no pudo evitar sentirse un poco tentado, pero un año era mucho tiempo, y Tom era… rayos, era todo lo que Bill odiaba. Frío, superficial, convencido de poder comprar cualquier cosa… ¿Podría en realidad pasar un año fingiendo que le agrada el tipo? ¿Podría aguantar todo un año?

La respuesta era bastante simple. No, no podría. Pero, de nuevo, Tom probablemente tenía razón cuando dijo que era esto o estar atrapado en ese café los años por venir. No veía otra forma de salir adelante, no a menos que obtuviera otro trabajo, y lo había intentado, sin ningún éxito.

Estaba tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera oyó entrar a Georg en la cocina y casi dejó caer el plato que estaba lavando cuando el otro hombre le dio un golpecito en el hombro y, con un bajo sonido de sorpresa escapando de sus labios, se quitó los auriculares y giró para mirar a su amigo.

Geo —exhaló—. Me asustate más que la mierda.

Lo siento —Georg soltó una risita, pero el sonido salió forzado y Bill se preocupó—. ¿Cómo estuvo la cena?

Rara —murmuró el pelinegro—. Y demasiado elegante —se estiró para tomar una toalla y secarse las manos—. ¿Qué estás haciendo levantado?

Bill notó que lucía cansado. Su voz seguía estando un poco rasposa y su pelo largo era un desastre. Sus ojos verdes no tenían esa chispa habitual de burla en ellos y era fácil ver que algo lo estaba molestando, a pesar de que trataba de ocultarlo.

Tú primero y luego yo —dijo Georg con una pequeña sonrisa, que todavía no era honesta—. ¿Ya decidiste algo?

Es tentador —Bill suspiró, sus dedos jugaban con la toalla en sus manos—. Pero no creo poder hacerlo. Sé que el dinero sería sorprendente y seguro que un año sin tener que trabajar suena bien, pero… —suspiró otra vez—. No creo que pueda.

Bien —Georg asintió—. Por muy bueno que sea el dinero, no serías tú. Tú no eres como esos chicos.

Bill asintió—. Sí —murmuró—. ¿Cómo te sientes? ¿Por qué no estás dormido?

Georg suspiró y fue a la nevera, cogiendo una botella de agua antes de responder.

Walker llamó antes —respondió—. Poco después de que te fuiste, de hecho.

¿Tan tarde? —Bill estaba confundido. Su jefe nunca llamaba por la noche. Por lo general los llamaba en el trabajo, durante la hora del almuerzo, jodiendo todo—. ¿Y qué quería?

Ha decidido cambiar las horas de apertura —murmuró Georg—. Lo que significa que abriremos más tarde, sólo una hora antes de la hora punta, y cerraremos antes. Alrededor de las seis, probablemente.

Oh —dijo Bill lentamente—. ¿Entonces ya no habrá turnos por las noches?

Nop —respondió Georg con lentitud—. Y él va a reducir el personal. De hecho, tres de nosotros se tendrán que ir.

Oh, Dios —susurró el pelinegro—. ¿Quién?

Bueno… —dijo Georg lentamente, pasando cansadamente los dedos por su cabello—. Jacob, Kayla y… —volvió a suspirar—. Yo —luego murmuró—. Perdí el trabajo, Bill —suspiró.

Bill sólo lo quedó mirando, incapaz de creerlo—. Entonces… ¿no vas a volver?

Me quedaré hasta el final del mes —murmuró el castaño—. El próximo mes habrá nuevas horas de apertura, y sí, no voy a ser necesario.

Bill suspiró—. Entonces debería aceptar la maldita oferta —murmuró.

¡No! —Respondió Georg rápidamente, negando con la cabeza—. No deberías. Sólo quería que supieras que tal vez tendremos que usar el dinero de esos cupcakes para la renta… en caso de que no pueda conseguir un nuevo trabajo lo suficientemente rápido.

Bill asintió. Eso no le importaba, no en absoluto. Ahorrar dinero era agradable y todo, pero no algo que debían hacer, y si Georg iba a estar sin trabajo por un tiempo… bueno, a Bill no le importaría usarlo para pagar la renta, no importaba de donde había venido el dinero.

Y todavía tendré el dinero del mes para usar —continuó Georg—. Así que no estaremos completamente jodidos.

Estaremos bien —dijo el pelinegro con una sonrisa forzada, pero en su cabeza ya estaba tomando una decisión para una solución completamente diferente a la que Georg quería—. No te preocupes por ello —dijo con suavidad—. Lo solucionaremos.

Georg asintió—. Lo siento —dijo—. Aún tengo algunas horas en el bar e intentaré encontrar algo nuevo tan pronto como pueda. Voy a empezar a postular mañana mismo.

Encontrarás algo —dijo Bill asintiendo, aunque sabía que encontrar un trabajo era más fácil decirlo que hacerlo—. De verdad, no te preocupes. Lo solucionaremos, siempre lo hacemos.

Sí —murmuró el castaño, luego volvió a suspirar. Lucía exhausto—. Volveré a la cama —murmuró—. La cabeza me está matando.

Sí —respondió Bill con una suave sonrisa—. Te veré mañana después del trabajo. Puede que llegue un poco tarde. Tengo que hacer algunas cosas antes de volver a casa.

¿Cómo qué? —Preguntó Georg, mirándolo con ojos sospechosos. El tipo había sido su mejor amigo durante años, probablemente podría ver las ruedas girando en su cabeza.

Las compras —Bill se encogió de hombros, tratando de sonar mucho más casual de lo que se sentía—. Se nos ha acabado casi todo.

Georg asintió—. Está bien —respondió, luciendo no muy convencido—. Nos vemos mañana entonces —giró para dejar la cocina, llevándose la botella de agua—. Buenas noches.

Buenas noches —respondió el pelinegro, luego volvió a ponerse los auriculares, tomó su teléfono y volvió a encender la música. Y con un suspiro, volvió a los platos, su mente ya estaba trabajando en qué decirle al hombre que tanto quería casarse con él.

Sabía que tenía que ir allí, sabía que ya no podía decir que no, pero también sabía que tendría que hacerle a Tom algunas demandas y no tenía idea de cómo reaccionaría el hombre ante eso, ya que siempre todo tenía que hacerse como él quería y bajo sus reglas.

Bill sólo esperaba que Tom lo deseara lo suficiente para estar de acuerdo y que el hombre, realmente mantuviera su palabra. Porque si no lo hacía… bueno, entonces Bill estaría pegado con él, todo un año, por nada.

El dinero al final seguiría siendo algo bueno, pero necesitaba ayuda ahora, y si Tom no lo hacía… entonces Georg acabaría solo, con Bill metido en un lugar del que no podría escapar, y sin trabajo, sin departamento, era algo que no se podía permitir.

Tom tendría que acceder o estarían completamente jodidos. En cada posible aspecto.

& Continuará &

Chan, chan, chan, ya se echó a rodar la rueda. Bill quería decir que no (pese a que la oferta era atractiva), pero ahora no podrá hacerlo. ¿Qué creen que vaya a pasar? Pues lo sabremos muy pronto. Gracias por leer y no olviden enviar su amor a Zarlina.

Traductora del fandom

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